martes, 23 de junio de 2015

Básquet. Rodrigo y Paolo son piezas claves en el conjunto de la 'U' Cruceña.

Raras veces se puede ver a dos miembros de una familia jugar en un mismo equipo y ser titulares indiscutibles; Paolo y Rodrigo Ramos juegan en la "U" Cruceña, conjunto instalado en las semifinales de la Liga Boliviana de Básquet (Libobasquet). Los “gajos”, como se los llama, comparten su pasión por este deporte desde hace dos años y, aunque aún falta ganarle a La Salle de Tarija, anhelan llegar a la final y dejar a Santa Cruz en lo más alto del baloncesto nacional.

De una cuna de basquetbolistas. Los hermanos Ramos tienen este deporte en sus venas, ya que su padre, Fernando, jugó en selecciones cruceñas y también se desempeñó como estratega. "Fue papá el que nos inculcó el básquet, él nos llevaba a la cancha y nos poníamos a jugar", dice Paolo. Cabalmente conforman un equipo, pues son cinco; Isabel Campos es la mamá y con todo derecho es la que más les exige a la hora del juego. "Tirala, tirala, tirala... me dice cuando está en las gradas viendo el partido", señala Rodrigo, quien a ciencia cierta diferencia el grito de su madre entre la multitud. Paolo acota que "desde allá escucho su 'vocesinga' diciéndome que juegue cuando bajo la intensidad".

Con Marcelo están completos, el hermano mayor movido por las cosas de su padre fue el primero en ingresar a este mundo deportivo y como imán arrastró a los menores. "Las pichangas las jugábamos los cinco en la cancha del barrio", afirma Rodrigo.

En la cancha se la juegan. Ambos ingresan como titulares desde que inició la temporada este año, así lo decide el DT Mario Beramendi encuentro tras encuentro; Paolo clavada con la 1 en la espalda y Rodrigo con la 24. A la hora de la marca el menor de los “gajos” es explosivo y no escatima esfuerzo en su afán de afixiar al rival. "Yo entro y cuando escucho la presentación de los jugadores me vuelvo “loco” y me emociono", menciona Rodrigo, quien reconoce que no aún no se anima a la hora de penetrar y romper la defensa rival. Por su parte, Paolo, y se nota, es tranquilo, "hago una oración y me concentro 100% en el partido", dice con voz pasiva y clara. Asimismo, acepta que una de sus falencias está en defensa, pues asegura que le falta más intensidad al momento de apretar al contrincante.

Al finalizar cada cotejo, la familia entera se va a cenar y, según ambos, la adrenalina sigue fluyendo por las venas. "Me pongo a pensar en las cosas que pude hacer y no pude concretar", dice Rodrigo y Paolo agrega que "el partido continúa rondando por la cabeza" buscando los pro y contras de su actuación.

Con todo ante La Salle. Los hermanos entrarán en acción hoy, cuando a las 20:00 comience a rodar el balón en el Gilberto Parejas. Se disputará el cotejo de ida de la “semi” y de ganar estarán con un pie adentro en la gran final. Se espera que la gente colme las graderías y seguramente los gritos de mamá volverán al coliseo, para apoyar (despertar) a esta inédita dupla cuando bajen la intensidad, aunque solamente ellos lo podrán reconocer.

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