viernes, 19 de diciembre de 2014

Libobasquet: Las claves que se podrían dar en el segundo duelo



La cantera tarijeña con nacionales que juegan casi de memoria, contra los refuerzos norteamericanos que son unos verdaderos ‘bestias’ de la anotación, podría ser la venta del partido de esta noche en el que La Salle de Cochabamba y de Tarija afronten por la final de la Liga Boliviana del Básquetbol.


La jerarquía del Chino
Si esta noche hay un triple decisivo, nada raro que se lo pique el Chino. En lo que dicen es el ocaso de su carrera, Daniel Fernández ha sumado el corazón de siempre a la cabeza de ahora. Las piernas se mueven, vaya si se mueven.
El martes, cuando las cosas se ponían feas y los cochabambinos se marchaban en el marcador, el Chino tomó oxígeno en la banca, el partido se lo sabía de memoria. Al saltar a la cancha tras la reanudación, su mirada estaba todavía más afilada. Era el momento de cargar Tarija a la espalda; La Salle manda.
Con las fuerzas equilibradas, el juego de hoy se definirá por detalles y también por coraje. El Chino tiene ese aura de gran capitán, de motivador, de tarijeño corajudo que no se amilana, pero sobre todo, de ganador. Conocedor de las glorias de antes y pulmón del renacer actual del básquet en Tarija, este fin de semana toca poner el broche de oro a una temporada en la que ya ganaron una Libobasquet, pelean la segunda y firmaron la participación más digna de un equipo boliviano en la Copa Sudamericana, eliminado ante los vigentes campeones. El Chino entonces se prometió volver, todo pasa por hoy.

Los blancos la
saben meter
Los equipos que arman sus quintetos en función de los americanos que fichan están condenados al fracaso y en Tarija se sabe muy bien. La Salle es cantera y en ello cimenta su éxito. Así fue en la primera Libo y así lo está siendo en la segunda.
Cuando los roles se invierten y a las estrellas les toca trabajar bajo los aros para frenar las envestidas, los que quedan por fuera deben ser buenos o el partido se va. Y si las estrellas son de las que se pican todas a lo Kobe Bryant, a los otros les toca hacer el trabajo sucio. En La Salle, los blancos la saben meter y también sudan de lo lindo en defensa.
El trío de lujo que conforman Martín Ocho, el Chino Fernández y Bryan Espinoza marcó la diferencia el martes, con el aporte también del sexto hombre ‘Michi’ Montellano y los buenos aportes, jóvenes, que llegan desde la banca pisando fuerte.
El partido de hoy se viene de nuevo altamente táctico, La Salle Tarija tiene capacidad de poner dos altos frente a White precisamente por la calidad de la banca. Cochabamba, sin embargo, tiene dos americanos por fuera con los que habrá que pelear. Ahí está la clave, ahí se cimenta el éxito.
Nance, el matador de los botines rosas
Un montón de nombres en un papel junto a las estadísticas de las últimas temporadas y con suerte, unos pocos videos. Es todo el scouting que pueden hacer los dirigentes del básquet boliviano para seleccionar a sus americanos, esos trotamundos de las canchas, mercenarios enamorados del balón que recorren el mundo, más por el amor al deporte, que a la fama que rodea la NBA.
En función a los locales, hay quien opta por dos altos y un exterior o dos exteriores y un gigante, al final es prácticamente una lotería. Este año el premio gordo le cayó a La Salle de Cochabamba. Escrito Nance y pronunciado al gusto, Nance es seguramente, con permiso de Woods, el mejor jugador de los que han participado en esta Libobasquet. Con su pelo afro, crespo, medio en cresta y sus botines rosas no pasa desapercibido. Salta bien, pero sobre todo, es un triplista de primera. En la semifinal decisiva encestó 13 casi al hilo para firmar una paliza de escándalo a la Universidad Gabriel René Moreno de Santa Cruz que aún soñaba con dar la sorpresa.
El martes tuvo su momento. La primera mitad del encuentro encontró su espacio por fuera e hizo daño, los cochabambinos se fueron hasta por 11 mientras los tarijeños buscaban la tecla para frenar la sangría. En la segunda mitad se encontró con una defensa férrea, mucha intensidad bajo los aros y buenas ayudas en el perímetro. Nance jugó sólo los últimos cinco minutos decisivos del último cuarto. La lección está aprendida, toca volver a aplicarla.

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