lunes, 10 de noviembre de 2014

Los quijotes vallunos de la Libobásquet

Los clubes cochabambinos de Peñarol, La Salle y San Simón enfrentan el torneo nacional de la Libobásquet, en su segunda versión, en medio de una creciente crisis económica que les obliga a ofrecer sueldos austeros y hasta gestionar recursos por intermedio de familiares de jugadores y dirigentes.

Los bajos salarios son un indicador. El club Peñarol de Quillacollo paga a su técnico, Marco Corrales, 700 bolivianos mensualmente.

En otro caso, el entrenador de San Simón, Sandro Patiño, no recibe un salario por dirigir a su equipo, sino por ser funcionario de la Universidad Mayor de San Simón, y está como responsable del club. La austeridad también se practica en clubes del interior del país, por ejemplo el entrenador de Vikingos de Tarija, Fernando Veramendy, gana 1.500 bolivianos.

Los jugadores que participan de la Liga Boliviana de Básquet tienen implícitamente dos categorías: extranjeros y nacionales.

Los atletas foráneos, que en su mayoría llegaron de Estados Unidos, ganan mensualmente un promedio de 1.200 dólares; los nacionales, menos de 1.000 bolivianos.

En los clubes Universitario San Simón (Cochabamba) y Vikingos (Tarija), que son dos de los que mejor pagan, los basquetbolistas norteamericanos ganan mensualmente entre 1.500 y 1.700 dólares, además de recibir alimentación y vivienda. Peñarol (Quillacollo) paga a sus extranjeros solo 1.000. Los jugadores nacionales del aurinegro ganan entre 500 y 600 bolivianos. En San Simón, unos 1.300; mientras que en Vikingos no ganan prácticamente nada.

Peñarol de Quillacollo tiene un presupuesto de unos 110.000 bolivianos para el actual torneo. San Simón, 230.000.

La cantidad de espectadores que apoya a los clubes vallunos varía de juego a juego. Peñarol, por ejemplo, tiene una masiva afición, que cada partido llega a entre 1.000 y 1.200 personas. San Simón aún no logra crear una hinchada numerosa, por lo que en cada partido se puede observar a un promedio de 200 seguidores. En cambio, en Tarija, el club Vikingos llega a concentrar a alrededor de 2.000 hinchas en promedio por partido.

El costo de las entradas para ver cada partido es casi igual en todo el país, con un promedio de 25 bolivianos por persona.

Pero en todos los casos, si se compara estos datos con los del fútbol, los clubes de básquet de la Llajta son unos verdaderos quijotes.

La Federación dice que se debe invertir

De acuerdo a la palabra del presidente de la Federación Boliviana de Basquetbol, Marco Arze, los 12 clubes que participan en esta segunda versión de la Libobásquet 2014, deben tener claro qué es lo que están buscando.

Si se busca mantenerse en la Liga o se busca ser campeón. “Si un club quiere ser campeón, tendrá que invertir, buscar auspicios y garantizar público para el tema de recaudaciones, empero si solamente se busca mantenerse en la categoría, el equipo no tendrá que hacer mucho”, expresó el dirigente federativo.

Lo que la Federación exige a los clubes, y de acuerdo a reglamentación, es que los equipos deben contar con dos refuerzos extranjeros en cancha. Esto supone, más o menos, pagar entre 800 y 1.500 dólares a cada refuerzo de manera mensual.

Algunos clubes han logrado gestionar apoyo de sus autoridades. Por ejemplo, la gobernación de Tarija patrocina a sus dos clubes de básquet (Vikingos y La Salle) para pasajes y uniformes, dice Arze.

Tanto la Libobásquet como la Federación han logrado gestionar unos 60.000 dólares para los clubes participantes del actual torneo, gracias a los auspicios de Televisión Boliviana (canal 7) y la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH).

“Si pagamos, quebramos el club”

El presidente del club Peñarol de Quillacollo, Orlando Almanza, manifestó su preocupación ante la obligación de pagar un porcentaje de las recaudaciones al Servicio Departamental del Deporte (Sedede) por el uso del coliseo Max Fernández.

“Estamos muy preocupados porque los del Sedede dicen que debemos pagar el 10 por ciento de lo que se recauda por cada partido. Si eso se concreta, quebramos el club”, asegura el presidente del equipo aurinegro, quien es acompañado en la administración solo por dos personas más: Ricardo Birra (dirigente) y Marco Corrales (entrenador).

“El club vive, con mucho sacrificio, gracias a las recaudacioneses. El coliseo solo tiene capacidad para 1.200 personas y solo cobramos 25 bolivianos. Si hacen números, el dinero no alcanza”, sentencia Almanza.

“San Simón hace un gran esfuerzo”

El club Universitario de San Simón realiza un esfuerzo institucional importante para mantener a su equipo en la Libobásquet 2014.

Una de las ventajas del club es que depende de la Universidad Mayor de San Simón, una de las más grandes del país, lo cual le permite reducir costos. Por ejemplo, tener al entrenador como funcionario y pagarle a sus jugadores nacionales 1.300 bolivianos ayuda al club a pensar en lo deportivo, más que en lo económico.

El entrenador de San Simón, Sandro Patiño, explica que su institución hace un gran esfuerzo. “Es fruto de una buena gestión de nuestras autoridades. Solo pensamos en el título”, dice.

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