lunes, 27 de abril de 2020
El Club Henry, clasificado otra vez a la Liga, no tirará la toalla pese al reto económico
Se vienen tiempos muy difíciles. La incertidumbre económica reinante es común en el pensamiento de prácticamente todos los bolivianos. Si bien la asignatura deportiva ha quedado desplazada a un segundo plano de manera temporal, considerando que prima la emergencia sanitaria debido al nuevo coronavirus, también es verdad que los directivos necesitan ir pensando cómo resolver ciertos asuntos importantes que se impondrán en la mesa ni bien comience a disiparse la problemática actual.
Mucho se habla del entuerto que envuelve al fútbol profesional del país, que supone la fricción entre los clubes y los jugadores con el aspecto salarial como punto en común. Sin embargo, la crisis abraza a todas las disciplinas, en distintas dimensiones.
Una de ellas es el baloncesto. En este sentido, el Club Henry, revelación de Quillacollo, también se ha visto sacudido por la crisis. Para comenzar, debe afrontar el hecho de que su ritmo competitivo se haya visto cortado de forma abrupta por la pandemia.
Liz Henry Alvarado, la “case” que vende chorizos y pasteles con api frente a la iglesia San Ildefonso, misma que decidió poner todas sus fichas en el deporte de la canasta mediante el financiamiento del club quillacolleño, admitió que el reto venidero será muy grande. No obstante, el sacrificio volverá a ser clave para que la entidad continúe dando pelea con la ilusión de ser parte de la Liga Boliviana de Básquetbol (Libobasquet). Esto, tomando en cuenta que poco antes de que fuera definida la cuarentena, el plantel había logrado superar las etapas con la consecuente clasificación a la Liga Superior.
“Hay que tener paciencia. Siempre estoy conversando con los chicos para que no pierdan el entusiasmo. Al contrario, ellos deben seguir practicando y haciendo ejercicios para conservar la forma. Eso se les está aconsejando. Gracias a Dios, nos fue muy bien en el campeonato de la Asociación. Resta ver cómo va a estar el tema económico. Sé que va a ser un poco costosa esta situación porque todos hemos llegado a foja cero económicamente. Será complicado levantarnos laboralmente, pero considero que todo dependerá de una buena organización. No hay que perder la fe, mucho menos cuando ya estamos en este ciclo deportivo. No hay que botar la toalla. Con un poco de sacrificio, podremos seguir con la pelea, con el torneo. No hay que hacer que se muera el ritmo. El deporte es lo que les mantiene a los jóvenes. Tenemos el fútbol y otras disciplinas, pero acá, en Quillacollo, lo que más se quiere y se practica es el básquet”.
Actualmente, quienes se encargan de la dirección técnica del Club Henry son los hijos de la “case”: Luis Daniel (30 años) y Jorge Guillermo (28). Ambos aceptaron el desafío de encauzar el funcionamiento del plantel, pues además de los 15 mil dólares de préstamos que sacó Liz para la gestión de 2018, ella debió pedir un crédito bancario nuevo para continuar con las contrataciones de siguientes refuerzos. ·Económicamente, he quedado en cero con los gastos que realicé. Volví a traer a estadounidenses y eso ha sido un gasto. Hemos sacado otro préstamo. No perdimos la esperanza de seguir”, detalla la quillacolleña.
Luis Daniel y Jorge Guillermo son los que tendrán la tarea de dirigir los hilos del equipo ni bien la actividad deportiva sea un hecho. “Ellos son muy unidos. Como soy mamá y papá, lo único que hice fue unirlos para que siempre estén juntos en las buenas y en las malas”.
El tercer hijo de Liz que también es parte del club (como jugador) es Salvador Nieto, de 17 años.
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